Es difícil de explicar a alguien que no comparta nuestra pasión lo que sentimos en días como el de ayer. La excitación del día de antes, el júbilo de encontrarte con tus compañeros antes de la prueba, las palpitaciones en la línea de salida y el sufrimiento extremo al que sometes a tu cuerpo y mente durante más de seis horas. Quien lo ve desde fuera lo describe como locura. Los que lo vivimos desde dentro lo llamamos felicidad.
Si una cosa he aprendido en el día de ayer, es que sé qué valores quiero inculcar a mi hija. Y no son otros que los que los biciocios trasmitieron a lo largo de toda la prueba. Solidaridad, compañerismo, entrega, superación, valor, persistencia y sobre todo… amistad.
Bueno, las líneas anteriores han brotado espontáneamente debido a la falta de oxigeno en sangre que sufrí ayer, y es que manda cojones con la Talajara. Nos exprimió a cada uno de los biciocios que tuvimos el placer de hacerla ayer.
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