En mountain bike por los Acebos de Robregordo
Escrito por: Alberto en Salidas mountainbikemiércoles, 11 agosto 2010 Acebos de Robregordo |
Tres éramos los “ociosos” biciocios que podíamos, este miércoles, “hacernos” una ruta de las de verano y que teníamos pendiente desde hacía tiempo: Acebos (Ilex aquifolium) de Robregordo. Para ello habíamos convocado hora y lugar en la página. El sitio de quedada y para tomar café había quedado establecido en el kilómetro 24 de la N-I, en la cafetería de la estación de servicio que se encuentra en ese punto kilométrico. Los tres “lanzados” éramos, Rebo, Huerfa y yo, Alberto.
A las 7:00 am, en la GPC y al “colocar” mi burra en el porta de Rebo, nos dimos cuenta de que nos faltaban algunas bridas y tuvimos que entretenernos unos minutos en recogerlas de casa de Rebo. Por el camino llamamos a Huerfa para que no se desesperara al ver que llegábamos algo más tarde de las 7:30. Avisado quedaba y en 10 minutos excasos estábamos a su lado.
Decidimos desayunar ahí mismo. Nos dieron un “palo” de órdago. Bueno, me dieron, porque pagué yo Diez euros y pico por tres desayunos compuestos de sendos dónut acompañados de colacaos. Si lo pasas a pesetas te das cuenta de la gran tomadura de pelo. No termino de acostumbrame a estos euros, no. En fin…
Por el camino tuvimos que parar de nuevo en otra gasolinera para repostar y aprovechamos para echar un vistazo a la hoja de ruta. Comenzaríamos en La Acebeda y para allá salimos con ganas de empezar a pedalear.
Había que localizar la iglesia dedicada a san Sebastián; pues la subida al puerto de La Acebeda comenzaba dejando a la derecha dicha iglesia.
Dejamos los coches en la zona baja del pueblo. Justo por la parte de la carreterilla que viene desde Robregordo. Justo por donde se suponía que tendríamos que volver.
Comenzamos a pedalear y subir de nuevo a la parte alta del pueblo. Teníamos que localizar la calle que sale del pueblo y lleva al puerto. Pero primero teníamos que localizar una fuente donde rellenar los bidones de agua.
Un vecino nos indicó la fuente que daba el agua más fresca. Para dar con ella, precisamente teníamos que tomar la calle Puerto y sobrepasar la iglesia y la plaza del pueblo con su ayuntamiento. Enseguida la localizamos y tras rellenar nuestros bidones, iniciamos la ruta del día.
Nada más salir por la parte alta del pueblo, damos con un lavadero junto a un arroyo de gran caudal. Daba gusto verlo en pleno mes de agosto. Localizamos la dirección a seguir y comenzamos a pedalear cuesta arriba. Ya no dejaríamos de subir hasta el mismo puerto de La Acebeda. Y cuando digo subir, lo digo con mayúsculas, SUBIR. ¡Vaya con la ruta de dificultad media!
Las vistas son inmejorables y el día precioso. Una suave brisa del norte nos refrescaba mientras sudábamos lo nuestro al retar a la gravedad. La subida se estaba poniendo por momentos complicada. Cada vez había más piedras sueltas y el terreno más erosionado. Llevábamos un desarrollo corto debido al desnivel y necesitábamos poner toda la atención en el terreno y usar de nuestro equilibrio y control para sortear, en lo posible, las dificultades del terreno.
Poco a poco íbamos ascendiendo en dirección del puerto de La Acebeda. Teníamos que alzanzar “La Horizontal”. Pista ciclable que va desde el puerto de Lozoya, también llamado puerto de Navafría al puerto de Somosierra.
Atravesamos la horizontal y subimos una fuerte pendiente muy pedregosa para alzanzar la portilla que existe justo en el puerto de La Acebeda. Unas vistas impresionantes de la vertiente segoviana nos esperan. Hacemos algunas fotos y conversamos un rato con una pareja de senderistas que subían del lado segoviano y que tenían que bajar por donde acabábamos de subir. Tras unas breves palabras, les cedí el paso sujetando la alambrada y cerrándola de nuevo, bajamos como pudimos la empinada cuesta para encontrarnos de nuevo con “la horizontal”. Había que seguirla durante 10 kilómetros en dirección del puerto de Somosierra.
El camino se adentraba en un bosque de pinos, donde su trazado sombreado, su suelo sembrado de pequeñas piñas caídas y el sonido de varios arroyos, convertían este tramo en un verdadero placer para los sentidos. ¡Qué maravilla!
Ahora había que ir pendiente para no pasarnos el siguiente desvío; puesto que en el kilómetro 14,400 del recorrido, teníamos que desviarnos de la horizontal y bajar en busca del bosque de acebos y rebollos de Robregordo. No debíamos pasarnos o llegaríamos hasta el puerto de Somosierra y tendríamos que desandar lo andado.
Siguiendo escrupulósamente las indicaciones de la hoja de ruta, parando bastante a menudo para comprobarla, no tuvimos problema en reconocer el cambio brusco de dirección que nos ofrecía un camino de bajada.
Rápidamente cogimos velocidad, y con atención, pues estaba bastante lleno de ramas y piñas, llegamos a una especie de cabaña de piedra con cercado. Tras repasar de nuevo el itinerario de la ruta y con serias dudas, continuamos por donde creíamos que debíamos seguir.
No nos equivocamos. De repente nos vimos rodeados de preciosos acebos, rebollos y robles centenarios. Íbamos bien. Se sucedió alguna que otra subida inesperada y… de repente, estábamos bajando a sesenta y tantos kilómetros por hora por buen camino. Alguna curva con apurado de frenada, algún meterse en alguna rodada y ya estábamos en Robregordo. Salimos a un tramo de la antigua carretera nacional I y a pocos metros, el desvío que ponía que por ahí se iba a La Acebeda.
Tras llenarnos de alquitrán, pues estaban echándolo al principio de tomar la carreterilla, preguntamos a unos que estaban podando para conprobar cual de los caminos que se abrían era el correcto. Había que seguir de frente y no hacer caso a ninguno de los dos de los lados. Nos avisaron también que la carreterilla estaba muy mal, que tenía muchos baches y no estaba en buenas condiciones. Les dijimos que con las bicicletas no tendríamos problemas y tras agradecerles las indicaciones, continuamos nuestra marcha. Nos quedaban cinco kilómetros hasta llegar al punto donde habíamos dejado los coches como tres horas antes.
La última cuesta, al llegar a la altura de una zona recreativa ya casi en el pueblo, nos costó una buena sudada. Quizá no costó tanto por su desnivel sino porque creíamos, erróneamente, que tendríamos que bajar, no subir, en el último tramo de llegada a La Acebeda.
En fin, que llegamos finalmente a los coches y con muy buen sabor de boca. Quizá sea ésta, una de las mejores rutas que hemos recorrido. Deseando estoy de poder hacer de guía al resto de biciocios. Porque, como siempre, se os echó de menos. Sobre todo nos acordamos de Javi M-40 y de Hervás por su convalecencia. Ojalá que pedaleemos pronto con vosotros.
Hasta otra y… salud, biciocios.
PD: Os dejo seguidamente un par de pequeños vídeos que hizo Huerfa con su móvil.
17 agosto 2010 a las 3:04
Muchas gracias por todos vuestros halagos sobre mi presunta destreza como escritor y… Escribid vosotros más, ¡¡¡CABR…!!!, jajajajaja
Me alegro de verte Hervás, espero que el amigo Javi M40 también vaya mejorando.
Un saludo a todos y a todas.
Salud, biciocios
17 agosto 2010 a las 3:08
¡Ah, se me olvidaba! Quiero decirles a Rebo y a Huerfa que estoy esperando la crónica y las fotos de ayer, ¿eh?
A ver si se van a “traspapelar”, jajaja Ansioso espero esa ácida crónica tan característica de ambos, je, je
Buen rollito, biciocios